jueves, 12 de noviembre de 2009

Afuera tambien...

Ficha Técnica
Obra: Decir sí
Autor: Griselda Gambaro
Grupo: Somos los que Estamos - Teatro
Actúan: Claudio Salis Neyem y Emiliano Voiro
Técnica: Andrea Collado
Asistencia de dirección: Ada Valdez
Puesta en escena y dirección: Gustavo Lorenzo

La propuesta era Decir sí, de Griselda Gambaro, texto que, producido y estrenado durante la ultima dictadura, trata el complejo tema de las relaciones de poder, pero situado en el trivial espacio de una peluquería. Si además, el lugar empírico de la puesta en escena era una peluquería, en vez de los habituales espacios destinados a las representaciones teatrales, la interpretación del espectáculo se resignificaba. Eso fue lo que sucedió: la puesta en escena de Decir sí era en Gavis & Staff. Yo llegaba al lugar no como cliente, sino como espectador.

El espacio escénico circular e intimista por la proximidad de los espectadores me permitió ubicar la atención en un sólo punto: el sillón de peluquería, un elemento que bien podía ser la totalidad de la escenografía, por el poder de referencialidad del asiento, desecho por tanto uso. Sólo había que esperar lo que sucedería en torno a él…Un cliente llega a cortarse el cabello, en el momento en el que el peluquero se fumaba un cigarrillo luego de dar vuelta un típico cartelito de “vuelvo en quince minutos”. Hasta aquí llega la trivialidad del mundo representado, porque el peluquero ignora al cliente, que según la doxa “siempre tiene la razón” y debe ser complacido. El cliente es dueño del discurso, pero sólo cuantitativamente. El lenguaje no sirve, pues todo en él es símbolo del sometimiento: la voz temblorosa, las contradicciones, las incoherencias y las adulaciones que intentan corregirse, temiendo la furia del peluquero; inseguridad atroz que el actor logra matizar con el humor. Imposible la comunicación, llevadas a cabo todas las insólitas órdenes que le impartió el peluquero - con la mínima cantidad de lenguaje y más con gestos -, al permitírsele tomar asiento en el sillón, el cliente recupera su esperanza de la supuesta normalidad del mundo… pero sólo dura unos instantes: con la oscuridad, el alarido, y con la luz, la sangre, y el sillón que gira y gira por una mano complacida. La luz intensifica el blanco de la capa, sobre la que corre el hilo rojo de sangre en vez de los recortes de cabello. Visualmente, la muerte impacta, si bien ya se predecía, gracias a la cuerda con que el peluquero enlaza por el cuello al cliente, elemento innovador de la puesta, que al enlazar las sillas de los espectadores nos involucra y nos suma como víctimas. Al final, el peluquero apaga las luces y se va, luego de malvadas carcajadas.

Este desenlace, la carcajada y antes, la cuerda, coherentemente señalaban la crueldad de haber matado al otro sólo por su torpeza (por haber cortado mal el cabello del peluquero), y no sólo el peligro de decir si en una peluquería, decir sí día a día, a todo.

Si además, el director no hubiera omitido el gesto de quitarse la peluca el peluquero, presente en el texto de Gambaro, tal vez, se habría mostrado el engaño, el absurdo, la falta de justificación. No se justifica el asesinato. Tampoco la dominación, ni el autoritarismo.

Como dije al principio, Gavis & Staff era un nuevo espacio teatral que proponía Somos los que estamos. Sin embargo, no me podía olvidar de que salía, y el edificio volvía a ser peluquería, y que en la calle también se escucha decir sí


Daniela Ortiz

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