sábado, 25 de septiembre de 2010

Caramelos en las tazas




Ficha técnica
Obra: Caramelos en las tazas
Autora: Mariela Domínguez
Actriz: Mariela Domínguez
Vestuario: Carolina Depetri Van Haute
Iluminación: Laila Caram 
Director: Alejandro Ochoa

Tomen mis mates, coman mis caramelos,
beban mis palabras, coman mi cuerpo.

Una mujer nos recibe en un rinconcito dispuesto para el público infantil, pero la obra está indicada para adultos. Nos invita a acercarnos, a acomodarnos a su alrededor. Nos cuenta que trabaja con niños, nos convida mate y lo entrega para que alguien del público se haga cargo de la ronda. Ella tiene en su espacio reducido el viejo conocido baúl de los recuerdos de donde va sacando objetos y con ellos historias que narra, a veces con humor, otras con nostalgia y hasta con dolor. La historia autorreferencial comienza, obviamente, desde la llegada de los abuelos inmigrantes, a quienes hace bailar un tango a partir de un zapato femenino y otro masculino, movidos con destreza de titiritera. Y a partir de ahí va enhebrando situaciones de su vida, a veces contadas junto a o sobre el baúl, otras a un costado de la escena recostada en el piso apoyada en una pared; otras sentada entre el público, a quien continuamente interpela, por lo que la habitual “cuarta pared” desaparece. Apelando a una respuesta, transmite su mensaje a los espectadores, y en ese intercambio vital es donde el teatro resulta diálogo y convivio. Entre la actriz y su público se instaura un vínculo íntimo, cuyo desafío es el encuentro mediante el juego de volver a mirarse, de buscar nexos a través de situaciones mínimas que obliguen a dar otra mirada a lo que nos circunda, a lo cotidiano, que habla de nosotros mismos, de nuestra historia. Tomamos conciencia de lo que se cuenta es la historia de un país y su gente.
El trabajo actoral de Mariela Domínguez propone un personaje que se construye a partir de sus evocaciones: sus abuelos, sus anhelos, sus frustraciones, su éxodo. Hace de la realidad el motor expresivo de la obra, se apoya casi exclusivamente en estrategias corporales o fónicas: guiños y miradas de complicidad, distorsiones faciales, artificialidad en los movimientos y posturas del cuerpo, parodia de modismos de distintos sectores de la realidad social argentina. Domínguez está en el escenario todo el tiempo, siendo ella misma la que genera con los cambios de vestuario, luces y objetos cada situación. Los pies musicales, los de luz, los pies dados por la reacción del público a la actriz, generan que todos estemos actuando, de alguna manera.
Con solvencia en el manejo de los objetos, la actriz va creando un doble juego de zonas de actuación. Por un lado, una zona estable que está dada por el texto, las condiciones de la puesta y el uso de la utilería. Por otro, una zona inestable que habilita tanto a la actriz como al público a reaccionar a la situación imprevista: la aparición en la escena del mate funciona como elemento que abre sentidos en la relación con el otro, entre lo que se quiere contar y la intimidad como integralidad del acto de compartir. Convidar también caramelos hacia el final, más allá de la síntesis del título, posiciona su trabajo en el pensamiento de cuánto amor se necesita para ofrecer alimento, una propuesta vinculada con el ritual de ser uno con el otro en la comunión artística.
Alicia Castañeda
Cristina Castro

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